Villa Luculum, en Misenum, Bahía de Nápoles. |
[...] y el pueblo lo celebró y vino en ello, dispensando a Cornelia este honor, no menos por sus hijos que por su padre, y erigió después a esta insigne mujer una estatua en bronce, con esta inscripción: “Cornelia, madre de los Gracos.”
A la muerte del mayor de sus hijos varones, Tiberio, se refugió ya sexagenaria Cornelia en Miseno, donde se convirtió en anfitriona de filósofos y literatos.
Cuenta Virgilio en su Eneida que Miseno (Misenus) había recorrido los campos de batalla al lado del gran Héctor, príncipe de Troya, y que era tan hábil con la trompeta como con la lanza; que cuando Aquiles derrotó a Héctor, este noble héroe tomó por compañero a Eneas; que con los ecos de su trompeta había logrado encrespar las aguas del Egeo y así desafiado a los dioses, por lo que Tritón hizo que se despeñara por la costa hasta hundirse en el embravecido mar; que los troyanos se reunieron en torno a su cadáver, y que Eneas lloró su pérdida más que ningún otro; que, obedeciendo a las instrucciones de la Sibila, se aprestaron a levantar entre encinas y fresnos, olmos y robles, un sepulcro; que ardió en una colosal pira funeraria el cuerpo, ya lavado y perfumado, cubierto de vestiduras púrpuras y aceite; que, una vez apagada la llama, se empaparon las brasas con vino, como era costumbre, y se guardaron en una urna de bronce, a la vez que se pronunciaban las últimas oraciones; y que Eneas mandó erigir un monumento para albergar las armas, el remo y el clarín de Miseno, en lo alto del monte que aún hoy lleva su nombre.
No sabemos por qué Cornelia eligió Miseno como hogar en el destierro.
Es posible que en alguna ocasión su esposo Tiberio hubiera hablado sobre el sitio de Cuma, ciudad marítima fundada a la vez que Miseno y a apenas cuatro millas de distancia de ésta, y emplazamiento del santuario de la Sibila que instruyó a Eneas sobre cómo honrar el cuerpo sin vida de Miseno. Allí, en 214 AC, había defendido su bastión otro Tiberio Sempronio Gracco, hermano de su padre (además de distinguido general de la segunda guerra púnica, magister equitum y cónsul durante el tiempo del dictador M. Junio Pera), lanzando un ataque nocturno contra el mismísimo Aníbal y forzando a las tropas cartaginesas a batirse en retirada.
O bien escogió Miseno por sus baños calientes y sus aguas termales, como hiciera hacia el año 81 AC un ya envejecido general Gaius Marius, y otras tantas adineradas familias romanas. La villa de Mario se había construido con toda clase de lujos sobre el promontorio que dominaba la bahía, una entrada de mar en forma de media luna que los habitantes llamaban el Mare Morto; a lo largo de la orilla se alternaban las moreras, los chopos y las parras; sus solitarios senderos estaban flanqueados por hileras de tumbas y cipreses.
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